
Victoria Ocampo habla y discute con libros, con amigos o autores a quienes ha conocido en la relación personal o a través de esa otra relación, más íntima aún, que es para ella la lectura. Susan Sontag la atrae por su inteligencia y su serena firmeza para abrirse paso como mujer y escritora; Chanel la obliga a mirarla con atracción y desaprobación a la vez por su mezcla de talento y de desapego en el contacto con los demás; Keyserling revive disputas vibrantes de coincidencias y diferencias ("Pongámonos de acuerdo para disentir"); y Ricardo Güiraldes vuelve a suscitarle profundas reflexiones sobre sus libros y también el recuerdo de cuando juntos bailaban tangos siguiendo la música del Pibe de la Paternal...
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